«Eran las tres de la madrugada del miércoles 19 cuando los tres haitianos entraron al rancho de Carolina, la redujeron y la violaron; dos entran y la violan repetidamente, mientas el tercero, cuida la puerta. Mientras la violan uno le sujeta y tapa la boca para que no pueda gritar, con una mano y con la otra, le coloca un machete en el cuello.

La violan por turno, repetidamente, en medio del calor y hedor hasta que se cansan dejándola inerte, destruida, sucia y llena de moretones, entonces discuten si la matan.

El tercero se opone, es mejor irnos, aconseja en un español con sabor a creole, idioma en que han discurrido gran parte de la escasa conversación entre ellos.

Acuéstese y arrópese en la cama – le dicen finalmente – saliendo de la vivienda.

Pasan minutos eternos, silencio y terror, coloca una mesa en frente de la puerta recién cerrada para que no regrese los diablos y su infierno y, entonces, desesperada, empieza a temblar y a gritar pidiendo auxilio; por un lado cree que se han ido, por el otro, entra en pánico por su regresan. En los primeros minutos, silencio, nadie responde. Luego, en torrente, a medio vestir llegan los vecinos para encontrarla en su vergüenza, con la vida destruida.

Fueron tres haitianos – es lo único que alcanza a decir antes de desmayarse».

Esta es la narración que nos hace Doña Francisca Peguero, madre de Carolina, quien a su edad confiesa que no había visto tal crueldad, tal salvajismo propio de animales, incluso, más que de criminales.

Ella en su desesperación continúa diciendo – Lo que le pedimos al Sr. Presidente es que los saque a todos de aquí, porque no están legales en el país. Lo malo es que los dueños de fincas no quieren que lo hagan, porque estos le trabajan a ellos por chelitos-.

En Valverde Mao – expresa -tienen un joven preso llamado José Emilio Ortega como sospechoso de la violación. Pero él no tiene nada que ver con eso, es sobrino de mi esposo, el solo nos apoyó en una reunión que hicimos a favor de que saquen a los haitianos de aquí y se desconoce quiénes son los violadores.

Los vecinos piden que liberen de la cárcel a un llamado joven Emilio, quien está preso junto a Alejandro Ortega, ambos como supuestos sospechosos. La Policía debe apuntar hacia donde es, que es hacia donde señala la violada.

A raíz de este suceso, la ira de los moradores hacia los extranjeros no se hizo esperar, por lo que empezaron a hacer justicia por su cuenta con los haitianos que residen en la zona.

Desde ayer se ha venido generando enfrentamientos entre dominicanos y haitianos en dicho municipio, ya que sus habitantes no quieren la presencia de ningún haitiano entre ellos y, la impotencia y la rabia, llevan a las multitudes a actos de barbarie que debemos evitar, como fue la quema de una pensión habitada por haitianos en la zona.

El Gobierno debe esclarecer este hecho, el Presidente Danilo Medina debe dar asistencia a esta familia, a los fines de que en ella, se simbolice que las dominicanas y dominicanos no están solos en la frontera, empero, sobre todo, el Gobierno debe empezar a tomar medidas para evitar una desgracia fruto del ambiente que se está creando entre dominicanos y haitianos en ocasión de las arengas levantiscas de las autoridades del Estado y Gobierno de Haití, más tarde será peor y, cualquier día, se saldrá de control.

Dr. Ángel Lockward